"...no alcanzo a comprender al que llama refugio a estas paredes de apariencia frágil. He adivinado grietas en lo inquebrantable y contagié de ellas sus cimientos.
Menos aún concibo un edén, elíseo o paraíso eterno semejante a esta sala, donde el orden mira sobre mi hombro, vetando severamente cada palabra de toda boca; hay paz, pero es artificial, fruto de mordaza y grilletes. Poco me importa la compañía muda, hermosa e inmóvil que pudiera rodearme tras estas puertas. No, no quiero que las alas de la muerte me traigan aquí. Las mordería, arrancando pluma negra a pluma negra, para que ambos cayésemos en los yermos donde al menos puede reinar la palabra y el movimiento. Los dos, ya con con las piernas quebradas, y ella privada del vuelo, negociaríamos el significado del amor, la locura y la muerte."
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